Este es un espacio para la expresión y otra forma de ver el mundo, que implica el conocimiento del yo interior y de su relación con el contexto, esa clase de vinculo que se evidencia en el arte.
miércoles, 8 de agosto de 2012
jueves, 12 de abril de 2012
TENGO SED...

No se oye sino el grito del tormento de la sed. El que dice “tengo sed” es el verbo divino, y de nuevo se nos abre el misterio de la encarnación.
La sed era el tormento de los crucificados. No es extraño que Jesús sintiese. Todos los que estaban a su alrededor oyeron este lamento. Esta es una palabra muy humana. Nada humano fue ajeno a la vida de Jesús, menos el pecado. Hay que creer en un Jesús agobiado por el dolor, que nos conmueve a la compasión y a la vez nos perturba por la implacable lucidez de su espíritu.
¿Cuál es el sentimiento que nos penetra hoy en nuestros corazones? Es cuchemos nuestros sentimientos un momento. ¿Qué escritura se cumple en esta sed de Cristo? El evangelista que nos narra esta palabra está pensando en el Salmo 69, donde se lee: “Me dieron a comer veneno, y en mi sed me dieron a beber vinagre”. Este Salmo desahoga las lamentaciones de un servidor de Dios perseguido. Es un siervo de Dios en las sombras de la ley mosaico, pero algunas tribulaciones de este siervo de Dios hacen presentir la pasión del Mesías. Por ello lo cita el evangelista, mas adelante en el mismo Salmo 69, el siervo exclama: “esperé que alguien se compadeciese, y no hubo nadie, alguien que me consolase, y no lo hallé. Me dieron a comer veneno, y en mi sed me dieron a beber vinagre” (Sal 69, 21 – 22). Esto lo hacemos cada que ignoramos las necesidades de quien está a nuestro alrededor, de quien desea ayuda, cuando dejamos que las cosas pasen y evadimos nuestra responsabilidad, cuando negamos la existencia de Dios o blasfemamos contra Él.
Es así, como una vez más estamos ante este Jesús, nuestro Mesías y Salvador. La pobre misericordia que se le ha hecho con esas gotas de vinagre, ¿bastará para aliviar a Cristo? En el Evangelio está claro que en muchas ocasiones pide Jesús que esa compasión y misericordia que se quiere hacer con Él, se haga a sus miembros. Lo tremendo es que la indigencia física que Jesús sigue sufriendo hasta el fin de los tiempos en los seres que son suyos-as las y los más pequeños, como nos suele llamar Él, porque por nosotros dio el precio de su sangre, varias veces esta descrita en el Evangelio con la imagen de la sed: “el que diere de beber a uno de estas o estos pequeños, tan solo un vaso de agua fresca, porque es mi seguidor os digo en verdad que no perderá su recompensa (Mt 10, 42). En verdad os digo: todo lo que hicisteis a uno de mis hermanos o hermanas a mi me lo hicisteis.
No tenemos pues escapatoria: socorrer la indigencia, la tristeza, la soledad, el hambre y el desplazamiento del mundo, curar las llagas de Jesús en los más irreconocibles y desfigurados de sus miembros, es condición indispensable de los que nos llamamos cristianos. Y estas llagas son espantosas. Cristo sigue en agonía hasta el fin del mundo.
A la sed física que atormentaba a Jesús, se añade la sed de su deseo de salvar al mundo y llevar la felicidad a los hombres y mujeres. “¿En realidad quería Cristo beber cuando le pidió a la Samaritana: “Dame de beber”? y cuando dice sobre la cruz “Tengo sed” ¿De qué tenía sed Jesús, sino de nuestras buenas obras? Sobre la cruz dijo: “Tengo sed” pero no le dieron aquello de lo que tenía sed. El tenía sed de ellos, y le dieron vinagre”.
Y hoy continúa haciéndolo, nos dice diariamente que necesita de nuestros corazones, nuestros pensamientos, agradecimientos y vidas para así saciar su sed y la nuestra, su sed de justicia, amor, esperanza, libertad y perdón porque al calmar su sed, se calma la nuestra, ya que con Dios nuestras penas se convierten en gozo. El pensaba en cada uno de los seres humanos en su agonía, la sangre que derramó por nosotros. Tengamos en cuenta que Jesús le pidió a su padre, que le evitará este dolor, a Él no le gusta sufrir, como a ninguno de los que estamos aquí nos gusta, entonces, recordamos los momentos en que hemos sufrido y que dolores iguales o mayores vivió Jesús. ¿Quién nos puede entender mejor?
¿Cuándo estamos mal, Jesucristo es quien está a nuestro lado, sosteniéndonos en sus brazos evitando que nuestra desgracia sea mayor. Nuestras infidelidades de hoy y de mañana lo torturan. Desolan su angustia por cada una de las personas que estamos aquí, murió conscientemente. Pero la agonía de Jesús se extiende a toda la tragedia humana. Él estará en angustia hasta el fin del mundo.
viernes, 9 de marzo de 2012
CARTAS A UN JOVEN POETA

DE RAINER MARIA RILKE
Un artista al crear debe estar en sintonía con su ser, con su silencio interior, con sus deseos, para que sus creaciones estén llenas de la sabiduría suficiente, claro está, cuidando de no atiborrarlas de los miedos e ignorancias humanas, como el tiempo. Es por eso que para el artista no existe el tiempo, la paciencia lo es todo.
Estas cartas son más que una simple respuesta a una serie de dudas de un poeta, que apenas se está descubriendo, que espera estar convencido de que sus versos son agradables para quien los lea. Es en este punto en donde Rainer Rilke lo lleva por la senda de la duda, en donde comprobará si es placentero y fácil o si definitivamente solo busca agradara a los demás y vivir siempre de su oficio. Entre muchos otros consejos está la recomendación para acercarse a los libros, a tener una excelente amistad con ellos y que hagan parte de sus mejores amigos.
Un artista necesita el amor y el deseo en la justa medida, para sentirse pleno y que sus intérpretes lo sientan también.
Lograr estar solo, amar , abrirse y entregarse a la creación, al amor, como resultado de la soledad profunda y el trabajo interior, constante en un verdadero artista, un artista que crece cuando crea y piensa en sus obras y hace crecer a quienes conocen sus expresiones. Que no le tiene miedo a lo desconocido, aprovecha para vivirlo, para enriquecer las experiencias de la vida especialmente las del arte, porque es consciente de la riqueza que adquiere cuando permite que lo nuevo llegue a él.
El arte es una forma de vivir y se logra si desea prepararse para él, mientras vive.
domingo, 19 de febrero de 2012
CREACIÓN A VARIAS MANOS

CRISTIAN EL CHIGÜIRO Y SUS AMIGOS
Cristian el chigüiro, estaba persiguiendo una mariposa amarilla.
Cristian el chigüiro, corría y corría para poder atrapar a la mariposa amarilla.
Cristian el chigüiro, se sentó a observar a la mariposa amarilla, quien se escondía de Cristian el chigüiro, entre tanto,
Cristian el chigüiro, entró al manglar a buscar a la mariposa, y esta se escapó.
Cristian el chigüiro, salió del manglar con algunas ramas en la cabeza, decepcionado de no haber encontrado a la mariposa amarilla.
Cristian el chigüiro, caminó un buen rato y se encontró con su amigo el mono Darién, quien lo saludo. El mono Darién se estaba riendo de Cristian el chigüiro, quien se fue un poco aburrido de que su amigo se estuviera riendo de él.
Cristian el chigüiro, marchó hasta encontrarse con su amiga, Ana María, la chigüira.
Cristian el chigüiro, se fue pensativo porque Ana María la chigüira le había dicho: - Cristian, tienes algo en la cabeza, pareces un indio, al llegar a tu casa mírate al espejo y organízate.
Cristian el chigüiro, al llegar a su casa se vio en el espejo como se lo había ordenado su amiga, Ana María, este se dio cuenta de que tenia ramas del manglar en donde horas atrás estuvo buscando a la mariposa amarilla y se entero por si mismo que sus amigos se reían de él, porqué parecía un indio, mejor dicho se veía algo chistoso.
Cristian el chigüiro, fue a visitar a sus amigos, el mono Darién y la chigüira Ana María, quienes estaban descansando debajo de un árbol, Cristian el chigüiro les dijo que se había dando cuenta de las ramas en su cabeza, esto no le importaba a Cristian el chigüiro, al contrario le parecía divertido y no se las quería quitar, entonces les propuso jugar, a lo que estos no se negaron y pasaron una tarde muy divertida jugando y riendo.
El fin, fin, fin…
Por: Sexto grado – Colegio Alcaravanes - 2011